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Corridos: La música de la Revolución Mexicana

Una de las primeras cosas sobre las que se cantó fue la guerra. Las personas usaban los cantos para recordar las hazañas  de los pueblos y que estás pasaran de generación en generación. Antes de que se plasmaran en un sistema escrito, las personas de la antigua Grecia, al igual que los antiguos germanos o los vikingos, disfrutaban de estos cantos de guerra en sus ceremonias y banquetes. En la España medieval surgieron los cantares de gesta, que eran composiciones que narraban las hazañas de los españoles en sus guerras de Reconquista contra los moros. Del cantar de gesta surgirían los romances que también hablaban de los sucesos de guerra, pero poco a poco también empezaron a tocar otros temas como algún crimen ocurrido en algún pueblo, la historia de un bandido o alguna leyenda local. El romance pasó a América con los conquistadores españoles y fue en el norte de México  durante el siglo XIX que daría origen al corrido. El corrido mexicano adquiriría sus propias características: versos de ocho sílabas agrupadas en estrofas de cuatro líneas, cantadas a ritmo de vals o polka. Esta es una definición técnica dada por la Texas State Historical Asociation. Sin embargo, sabemos que la función principal de un corrido es contarnos acerca de alguien destacado por sus acciones, buenas o malas, o contar sobre algún suceso reelevante. El corrido está presente en los principales géneros musicales de México, puede ser cantando por un conjunto de música norteña, o por una banda de instrumentos de viento, o por un mariachi.






Durante la Revolución Mexicana los corridos tuvieron un gran auge debido a la enorme cantidad de temas y personajes que surgieron.  Además el carácter popular de muchos de los revolucionarios los hicieron dignos de la estima del pueblo, quien le compuso corridos en su honor. La Revolución Mexicana es vista a través de los corridos como la épica de un pueblo que se rebela contra sus explotadores. Las "revoluciones" y las revueltas fue algo que no escaseo durante todo el siglo XIX.  Pero solamente la Revolución iniciada en 1910 adquirió ese carácter de lucha popular. Desde la revuelta insurgente iniciada en 1810, México no vivió en paz debido a las constantes revueltas, cuartelazos e invasiones extranjeras. Fue hasta la llegada al poder de Porfirio Díaz en 1876, cuando gracias a sus habilidades políticas y a su mano dura pudo mantener a México en paz hasta 1910.

Gracias a la paz porfiriana México tuvo un desarrollo económico como nunca lo había podido tener. México dejó de ser visto como un país en caos e incapaz de sostenerse a sí mismo y en cambio empezó a verse como un nación moderna, progresista e ideal para hacer negocios. Sin embargo este "progreso" trajo consigo muchos problemas para las sociedades rurales y para las clases sociales obreras. Las grandes haciendas, altamente productivas, crecían a costa de los pueblos. Las grandes industrias mexicanas y extranjeras hacían sus ganancias a costa de la explotación de los trabajadores mexicanos. El enorme progreso económico de México durante la administración de Porfirio Díaz no solamente no llegó a todos los sectores sociales del país, sino que en muchos casos aumentó la miseria y el descontento. Todo esto sumado a la falta de democracia y libertad de expresión llevaría a la caída del régimen porfirista.



Corrido a Francisco I. Madero


La Revolución Mexicana estalló el 20 de noviembre de 1910 debido al llamado de Francisco I. Madero para tomar las armas en contra del gobierno de Porfirio Díaz. El objetivo era establecer un sistema verdaderamente democrático donde se respetaran el sufragio popular además de prohibir la reelección presidencial que le había dado a Díaz el poder absoluto por más de treinta años. Apoyaron a Francisco Madero personajes como Venustiano Carranza, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Álvaro Obregón y Pascual Orozco. Para el 25 de mayo de 1911, Díaz tuvo que firmar su renuncia y se exilió en el extranjero. Aparentemente la Revolución había triunfado. 


Corrido de la Decena Trágica


Madero había resultado elegido presidente en las elecciones llevadas a cabo luego de la renuncia de Díaz. Su política trato de ser conciliadora y no radical como otros revolucionarios querían. La intención de Madero era tratar de mantener lo más posible la estructura gubernamental construida durante el porfiriato, por ejemplo, mantuvo a muchos de los militares del régimen anterior dentro de su nuevo gobierno. Entre estos militares estaba Victoriano Huerta, quien lo terminó traicionando al unirse a una revuelta encabezada por Félix Díaz y Bernardo Reyes la cual se originó el 9 de febrero de 1913 y terminó diez días después con la muerte de Madero y con Huerta en la presidencia. A este hecho se le conoce como la Decena Trágica. 

Corrido de Venustiano Carranza


Ante la muerte de Madero, Venustiano Carranza gobernador de Coahulia hace un llamado a las armas para derrocar a Victoriano Huerta y devolver la legitimidad al gobierno. El 26 de marzo de 1913, lanzó el Plan de Guadalupe al que se unieron muchos de los anteriores seguidores de Francisco I. Madero como Álvaro Obregón, Emiliano Zapata y Francisco Villa. Villa adquiriría un enorme poder militar gracias al mando que tenía sobre la llamada División del Norte y que fue clave en el triunfo de la revolución contra Huerta. Pero este poderío de Villa ponía nervioso a Carranza ante la posibilidad de ser desplazado de su puesto como líder de la revolución. 




Corrido La Toma de Zacatecas

La desconfianza de Carranza hacia Villa era cada día más grande. La razón principal era la atracción que ejercía Villa entre las clases populares y que podía, en caso de llegar a hacerse con el poder, traducirse en reformas radicales como las que muchos villistas y zapatistas demandaban. Carranza por el contrario quería reformas moderadas que no dañaran los intereses de burgueses y empresarios como él. A pesar de la oposición de Carranza, Villa tomó la ciudad de Zacatecas, que fue un golpe clave para que Huerta renunciara a la presidencia el 15 de julio de 1914. 

A pesar de la victoria sobre Huerta, las diferencias entre las distintas facciones se habían agudizado tanto que se tuvo que llamar a una convención para llegar a acuerdos comunes. Esta convención empezó en la Ciudad de México pero luego se trasladó a la ciudad de Aguascalientes. En la Convención de Aguascalientes la facción villista y zapatista se impuso a la carrancista. Se acordó que se nombraría a Eulalio Gutiérrez como presidente provisional de la república y a Francisco Villa como jefe del ejército convencionista. Carranza no estuvo de acuerdo y huyó a Veracruz acompañado de Álvaro Obregón. Así se inició la última etapa de la Revolución Mexicana. 




Los Combates de Celaya

Todo parecía indicar que Carranza no tenía oportunidad de triunfo ante la poderosa División del Norte de Francisco Villa, pero no fue así. Villa decidió jugarse el todo por el todo en lo que se ha conocido como Los Combates de Celaya o las Batallas del Bajío. Alejarse tanto de su zona y el desconocimiento del lugar fueron los factores que llevaron a la derrota del villismo ante las fuerzas comandadas por Álvaro Obregón. La derrota en el Bajío supuso el fin de la División del Norte y el reconocimiento de varios países, entre ellos los Estados Unidos, del gobierno de Carranza. 

Ya con sus enemigos derrotados y con el reconocimiento de su gobierno, Carranza pudo convocar a un Congreso Constituyente para crear una nueva constitución. Durante su gobierno supo ganarse apoyo popular gracias a ciertas reformas como el derecho a huelga y el inicio del reparto agrario. También durante su gobierno se asesinó a Zapata en una emboscada en la Hacienda de Chinameca.  Al poco tiempo después el mismo Carranza moría traicionado por Obregón, el 21 de mayo de 1920 mientras huía hacia Veracruz. El 20 de julio de 1923 también fue asesinado  Francisco Villa en Hidalgo del Parral, Chihuahua. 


Con todas estas muertes parecía que el gran triunfador de la contienda revolucionaria había sido Álvaro Obregón quien se convirtió en presidente de México de 1920 a 1924. Pero también murió asesinado el 17 de julio de 1928 cuando se preparaba para asumir de nuevo el cargo presidencial luego de ser reelegido. 



La tumba de Villa


Este último corrido, La tumba de Villa, tiene un sentimiento de derrota, y es así porque a pesar de que durante todo el régimen priista se nos enseñó acerca del "triunfo de la Revolución", lo cierto es que entre las clases más bajas se recuerda más bien la "derrota de la Revolución". Francisco Villa y Emiliano Zapata, los ídolos del pueblo, fueron los derrotados y los asesinados. Pero a pesar de su derrota, en la memoria colectiva, resultaron ser los grandes triunfadores. En la música, en la literatura, el cine y la pintura, las figuras de Villa y Zapata se imponen sobre las de Obregón o Carranza. Y la memoria de estos héroes populares revive cada vez que se toca una guitarra para cantarles sus corridos.




_Franco


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